lunes, 26 de septiembre de 2011

«¡Tú!»

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Iba... ¿Iba? Bueno, digamos que iba... Iba caminando... ¿caminando? ¿Por la calle quizás? ¿Por el parque? ¿Por un bosquecito?

Escuché una voz que me gritó desde unos pasos detrás de mí: «¡Tú!»

«¿Yo?», pensé. Bueno, no pensé eso, pensé algo del estilo de: «¿Quién ha dicho eso?».

Como pensarlo sin hacer algo me pareció una tontería, me di la vuelta para ver quién había dicho eso. Sin embargo no había nadie.

Murmuré no sé qué, subí los hombros en gesto de «¡bah!», y volví al caminar, tranquilamente.

Pero al poco rato lo volví a escuchar, fuerte, claramente:

— «¡Tú!»

«¿Yo?» (esto no lo pensé quizás, pero detrás de todo gran «tú» aparece un gran «yo», jejeje).

Me di la vuelta de nuevo: no había nadie. Por ningún lado. Miré a conciencia en todas direcciones. No había nadie. En ese bosque (o parque, o calle, o quién sabe...) estaba solo yo.

¿Yo?

En fin, volví al caminar (es lo propio en los caminantes)...

Más adelante vi un espejo, bastante grande, de tamaño de cuerpo-entero, apoyado contra el tronco de un árbol. No sé por qué, me dieron ganas de mirarme en el espejo.

Ahí tampoco había nadie.
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domingo, 19 de julio de 2009

Sun Gazing

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Los juegos de Amor son los mejores, y el Sun Gazing es un "juego" donde establecemos una bella relación de Amor con el Sol. Puse información sobre el Sun Gazing aquí: Nuevo Juego: Sun Gazing
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domingo, 12 de julio de 2009

Amistad

Es un juego estupendo el de la amistad. Juégalo cuanto te apetezca, con cuantas más personas mejor; también con animales, plantas, piedras, el sol y con todos los seres que se te ocurran. Puedes jugarlo incluso con personas de 'otros siglos', simplemente usa tu imaginación y crea jugando una situación en la que los conoces (inventa tus 'trucos', por ejemplo un viaje a su época, o un viaje de esa persona a tu época, o encontrarse en sueños, o fuera del tiempo, etc etc etc, hay millones de ideas). Incluso tus 'enemigos', si los tuvieras, serían ideales para incluirlos en este juego de la amistad. Al expresar amistad hacia todos los seres expresas tu propia energía profunda, la cual te permite conectar con lo mejor de Ti. Tú y el mundo parecerán transformarse...

sábado, 11 de julio de 2009

No importa a qué, pero ¡juega!

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La actitud de soltarnos a jugar espontáneamente nos saca de nuestros problemas, nos reencuentra con lo mejor de uno mismo. No importa a qué jugar, lo que importa es la actitud de estar abierto a la alegría, al momento, a relajarse y a disfrutar.

Tomarnos la vida o las cosas demasiado en serio no hace otra cosa que agudizar los problemas. En cambio al jugar y relajarnos conectamos con esa onda en nuestro interior que es capaz de disolver todos los problemas si le damos la oportunidad.

Toda circunstancia tiene muchos ángulos desde donde interpretarla. Aparte de los ángulos serios y preocupantes, también existen aspectos estimulantes e incluso alegres en cada circunstancia. Es más importante nuestra mirada que las circunstancias en sí.

Jugar y jugar, más allá de lo parezcan las circunstancias, es una actitud propia de dioses y que conduce a la alegría y a la libertad: al reencuentro con lo mejor de uno mismo.

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jueves, 9 de julio de 2009

UG

...aquellos que escuchan los "discursos espirituales", los que leen los libros religiosos, y los que esperan visiones y experiencias maravillosas, son todos como monos sentados alrededor de una mancha de ocre rojo, tratando de calentarse. Ya sabéis: el ocre es rojo, pero no emite ningún calor. Nada se puede obtener de las charlas espirituales ni de los libros religiosos. Es siempre lo que intento que comprendan todos aquellos que se molestan en escucharme: no hay nada que lograr, nada que esperar. ¿Qué queréis? ¿Qué buscáis? Ésa es mi pregunta. Si buscáis, si realmente queréis algo, lo primero que tenéis que hacer es tirar el anzuelo, la caña, el corcho y todos los aparejos a los que tan pegados estáis, de lo contrario no tenéis la mínima posibilidad de ser vosotros mismos. Si seguís una vía, cualquiera que sea, os extraviáis... Si tomáis mis palabras en consideración estáis perdidos en cuerpo y alma, y si existe un Dios, debería aunque sólo fuera por misericordia, poneros a salvo de mí. Lo que tengo que dejar claro es que no estoy aquí para liberaros. ¿Quién soy yo para liberaros? ¿Y de qué queréis liberaros? Estáis buscando lo que ya tenéis. Me limito a señalaros que estáis sobre una pista falsa y me preguntáis: "¿Cuál es la buena pista?". Esto significaría otra vez un instructor al que seguir y unas fábulas en las que creer. Y es precisamente todo eso lo que debe desaparecer. ¿Estáis preparados a tirarlo todo por la borda? ¿Eh?

Vuestro maestro debe desaparecer. Poco importa quién sea el maestro. Incluso esto que estáis leyendo -eso es aquello de lo que tenéis que liberaros-. No os conduce a nada. Debéis ser vosotros mismos, y la vía de otros, tiende a haceros otro diferente de vosotros mismos. ¿Por qué queréis ser otro? Si no lo quisierais, no escucharíais a nadie...
U.G.

Mi enseñanza, si queréis llamarla así, no está sujeta a ningún tipo de derechos de autor. Sois pues perfectamente libres para reproducirla, difundirla, interpretarla, deformarla o adulterarla. Podéis hacer con ella lo que mejor os parezca. Podéis incluso atribuiros su paternidad, sin mi consentimiento ni el permiso de nadie. (U.G.)


Son palabras de UG (se trata de U. G. Krishnamurti; no confundir con el más conocido Jiddu Krishnamurti), extraídas del libro U.G. Charlas con un "iluminado" contestatario (editorial Sirio, 1988; en inglés se tituló: 'The Mystique of Enlightenment'). Hay algunos textos de UG aquí, aunque el libro que me gustó hace años fue el que he mencionado.

Me gusta el estilo directo de los fragmentos que he copiado.

Ama al Sol

Este jueguecito es muy simple. Sencillamente ama al sol. Concédele tu cariño en este Momento. No importa dónde esté el sol ahora, o si es de noche. Simplemente enfoca tu atención en Él y envíale tu cariño. Entonces te quedas en silencio y escuchar su amorosa respuesta. El sol es pura bondad y alegría. El sol refleja con generosidad lo que Eres: Luz-Amor. El sol expresa tu esencia, incluso de una manera física para que puedas vislumbrarte a través de su ejemplo.

Envíale tu cariño al sol. Y escucha la respuesta. Así de fácil.

Si quieres establecer una relación más profunda con el sol, este es un paso fácil para hacerlo. Es un bello juego y fácil de jugar. Hay muchas maneras de relacionarse con el sol. Ésta es muy espontánea. Si quieres conocer otra manera (entre muchas) de jugar con el sol puedes explorar el mundo del Sun Gazing, si lo deseas.

¡Lo importante es amar! El rebote del amor es siempre más amor y la apertura del fluir de la felicidad.

miércoles, 8 de julio de 2009

Cuentecito de la abundancia

Hubo una vez un sabio que era inmensamente rico. Quizás hayáis oído rumores diciendo que para ser sabio hay que ser pobre, pero esto no es verdad y el sabio de esta historia era realmente rico, nadaba en la abundancia, tanto física como espiritual.

Este sabio vivía en su pequeña pero fertilísima tierra, junto a su bella familia: su mujer y siete inquietos hijos. Gozaba de la amistad de sus amables vecinos, con quienes compartía fiestas y también las labores del campo, que se volvía más y más fértil con el amor que le dispensaban a la tierra y a los instrumentos con que la trabajaban. Los vecinos andaban muy contentos de contar con la compañía, el cariño y los consejos del 'hombre que sabe'.

Con el tiempo, la abundancia en torno a este sabio y sus tierras, así como en torno a las vidas y tierras de sus vecinos, se multiplicó tanto que llegó a oídos del Rey. En éste se despertó el sentimiento de la envidia, pues en el reino se rumoreaba que existía un sabio que era más rico y feliz que el propio Rey. Era obvio para el Rey que en cuanto a riqueza de posesiones materiales no había discusión posible acerca de que nadie era ni remotamente tan rico como él. No obstante le molestaba que los aldeanos, gente simple a la que no apreciaba, pudieran pensar que se podía vivir mejor y ser más feliz sin necesidad de ser dueño de medio mundo. Le molestaba eso porque, en el fondo de su corazón, vislumbraba que no era feliz y que por lo tanto era muy probable que el sabio de quien la gente hablaba sí fuera realmente más afortunado que él mismo, ¡que el propio Rey! Esto le indignaba.

Tal Rey, tomó la determinación de arrebatar al sabio sus tierras tan fértiles y obligarle a aceptar a cambio otras tierras que eran estériles, en el otro extremo del reino, lejos de sus actuales vecinos y amigos. Además era una región donde los vecinos solían ser antipáticos unos con otros, quizás debido en parte a la tensión que producía la poca fertilidad de las tierras de la zona y a la escasez reinante. Sin embargo, la sorpresa al cabo del tiempo es que las tierras estériles acabaron por convertirse en un paradigma de la generosidad y ahora eran más fértiles todavía que las que el sabio había ocupado anteriormente. Esta fertilidad colmó de abundancia tanto al sabio como a sus nuevos vecinos, como si la fertilidad se hubiera contagiado de repente a todas las tierras colindantes. Y no era lo único que se había contagiado: también se expandió de forma maravillosa el buen humor y el cariño de unos vecinos por los otros, ya que se sentían alegres y relajados con tal abundancia y con el amor que emanaba del sabio y su familia. Un nuevo paraíso había sido creado.

Pero este Rey se creía poderoso y planeó una 'venganza'; decidió que daría un escarmiento al cada vez más afamado sabio para que así todos supieran que nadie puede ser más afortunado que el Rey. Pensó hacer una demostración de fuerza, de poderío, y demostrar así que la cabeza del mundo, y el único verdaderamente rico establemente, era el Rey. Decidió encarcelar al sabio, bajo cualquier pretexto: el pretexto no importa y no va a ser parte de esta historia. Lo esencial es que mandó encarcelar al sabio, quien se dejó conducir pacíficamente hasta las carceles del Castillo Real.

Allí estuvo el sabio durante alrededor de tres años.

La familia del sabio no lo pasó mal, pues disfrutaban de la abundancia de la tierra y de la cortesía y buena compañía de los vecinos. Y sobre todo, en sus corazones había semillas inspiradas por el sabio, comprendiendo ellos que nada malo le ocurriría ni a él ni a ellos, sino que simplemente permanecían como siempre en brazos de la Providencia. Confiaban en que la Vida tenía algo que mostrar con estos sucesos. Y que cuando fuese el momento oportuno, todo seguiría fluyendo para bien.

La secreta esperanza del Rey consistía en que el sabio se sintiese cada día más infeliz y desesperado en la cárcel. Pensaba con regocijo en si llegaría un momento tal en que el sabio llegara a suplicarle piedad, lo cual supondría el reconocimiento tácito de su victoria: el Rey habría vencido, o eso pensaba: habría demostrado que el verdaderamente poderoso era él.

Pero el transcurrir de las semanas no seguía el camino esperado por el Rey. Según le contaban sus espías, el sabio no sólo parecía feliz, sino que los propios presos se estaban contagiando de su buen humor.

Los presos que eran detenidos temporalmente, entraban deprimidos a la cárcel y cuando llegaba el día de su salida, salían completamente animados. Esto llegó a oídos de los aldeanos, los cuales gozaban con la alegría de que el sabio seguía con su onda de brillar y expandir su felicidad.

Pero todo esto al Rey le disgustaba. Y le impacientaba el ver que el entorno del sabio se convertía en una fuente de alegría y felicidad, ¡incluso en la cárcel! Le daban ganas de ordenar a los carceleros que torturaran al sabio, pero no quiso hacerlo porque eso despertaría todavía más los odios de la gente. Pensó que debía ser sutil y esperar a que el sabio se desesperara por sí solo con el tiempo, pero los meses transcurrían sin los resultados deseados por el Rey.

Pasado un año, cabreado, el Rey decidió enviar a la cárcel a un ladroncejo a quien ordenó dar una paliza al sabio. Como estímulo extra le prometió el perdón por sus robos y una interesante suma de dinero.

La paliza no llegó a suceder, sino que aconteció una nueva sorpresa. Cuando el sabio y el ladroncejo se vieron, se reconocieron mutuamente a pesar de los años transcurridos. ¡Eran hermanos! Habían sido separados hacía muchos años, durante la infancia, y el hermano mayor (el ladroncejo) había creído que el hermano peque había muerto. Ahora, al verle... esa mirada... Lo reconoció, se reconocieron, hablaron, recordaron... y la paliza pasó a la historia. A esa historia de tantas cosas planeadas que finalmente decidimos cambiarlas por cosas mejores.

El Rey estaba contrariado, pero por esta época se sentía cansado, especialmente desanimado y no sintió fuerzas ni ganas para hacer nada: no quiso castigar al ladronzuelo por no cumplir lo pactado, sino que prefirió dejar que el tiempo transcurriera, sin planes. La vida del sabio le estaba haciendo reflexionar. Ya no sentía deseos de hacerle sufrir demasiado, lo que sentía era más bien curiosidad acerca de cuánto aguantaría el sabio esta situación de estar en la cárcel. O la curiosidad de saber adónde conduciría esta situación por sí misma, sin cambiar nada especialmente.

Más meses transcurrieron. Meses y meses. Al segundo año de cárcel, el sabio cayó enfermo. Esto interesó al Rey, pero no le llenó de alegría, porque en realidad hacía tiempo ya que empezaba a simpatizar íntimamente con el sabio. No había llegado a visitarle nunca a las mazmorras, por orgullo, por mantener "las formas", por aparentar indiferencia. Pero siempre tuvo noticias a través de los carceleros y de los espías mezclados entre los presos. Y como quiera que tales noticias confirmaban una y otra vez la actitud alegre del sabio durante todo el tiempo encarcelado, con el tiempo esto había despertado en el Rey cierta admiración y simpatía.

Pero ahora el asunto era que el sabio estaba enfermo. El Rey dudó si ofrecerle asistencia médica a través de los médicos de la corte, aunque finalmente decidió que quizás lo apropiado era dejar que las cosas se libraran a su propia suerte, y así comprobar si el sabio caía ahora en la desesperación o no. Sentía curiosidad por lo que sucedería.

Todos veían al sabio muy enfermo, tanto que temían su muerte. Muchos presos sentían un inmenso cariño por el sabio, como si fuera un padre para ellos. Estaban preocupados por su estado, aunque les animaba que el sabio sonreía y mostraba alegría en sus mejores momentos, mientras que en los momentos peores sufría con dignidad, noblemente.

Uno de los presos, que se había ganado la vida tiempo atrás en parte como embaucador y en parte como una especie de curandero con sus potingues y ungüentos, le comentó al sabio que le gustaría mucho poder ayudarle, que podía darle masajes pero que no podía usar ciertas hierbas medicinales por carecer de ellas en el lugar donde se encontraban. Otro preso afirmaba que dijera qué hierbas eran ésas y que podía arreglarse quizás la forma de hacerlas llegar a la cárcel. El sabio habló y les dijo que no eran imprescindibles las hierbas sino que lo importante era el cariño y la intención con que se aplicaban. Les dijo que su vida estaba en manos de la providencia divina, que sucedería lo que fuese mejor para todos, y que era legítimo y sensato hacer uso de todo aquello que estaba a la mano, de modo que dijo que aceptaba el masaje y cariño del "curandero", como muestra de amor y como una forma de expresar ambos la intención que tenían todos de que sanara la enfermedad.

El "curandero" aplicó sus masajes con frecuencia, día tras día. Y no sólo él, sino que los presos que se encontraban en esa mazmorra, también participaban con sus buenas palabras y con sus masajes cargados de cariño y con la intención de que el sabio se recuperara.

Al Rey le llegaban noticias de estos sucesos y para sus adentros pensaba: "No va a funcionarles la idea, pero ¡ojalá funcionara!" Y día tras día seguía dudando si enviar a algún médico de la corte. Dudaba sin nunca tomar le decisión. Nunca envió la ayuda. Al menos sí tenía la intención, la simpatía de que el sabio sanara.

Al cabo de dos semanas, el sabio se sintió claramente mejorado. Y pocos días después sanó por completo. ¡Todos respiraron aliviados! Incluso el Rey, quien estaba secretamente contento.

Pasaron las semanas. La cárcel era una perpetua fiesta. El sabio se sentía más vital y feliz que nunca. Los 'milagros' se convirtieron en algo cotidiano. Llegó el día en que nadie se ponía enfermo en las mazmorras. Más tarde, llegó el día en que se expandió el rumor de que los enfermos que entraban a la cárcel, salían completamente sanos. ¡Había quienes empezaban a concebir la cárcel como un lugar deseable al que ir para sanar, celebrar y alegrarse!

Transcurrían los meses y la cárcel se había convertido en un lugar muy 'fértil' en cuanto a salud, alegría, sabiduría y felicidad. Algunas personas que quedaban detenidas un tiempo, pasadas las semanas salían convertidos en una inspiración para el mundo. Todos se daban cuenta de lo que estaba pasando. Todos en la cárcel y fuera de ella. Incluso el Rey se daba cuenta del lugar tan bendito en que la cárcel se había convertido. En cambio, el Rey se sentía vacío. Veía su propia vida vacía, carente de valor. Se sentía deprimido, sin ganas de nada. Simpatizaba con el sabio y lo que había conseguido, simpatizaba sinceramente con el poco ánimo que le quedaba. Le hubiera gustado ir a conocerle personalmente, pero su orgullo se lo impedía. Y su vida la sentía cada día más vacía, sin alicientes.

El Rey estaba realmente cansado. Ya no deseaba que reconocieran tanto su poder. No tenía ganas de apenas nada. Su estado de salud se fue debilitando poco a poco.

Aproximadamente al tercer año de estar el sabio encarcelado, el mundo del Rey se desmoronó. Había la sospecha de una guerra con un reino vecino. Esto pillaba al Rey en mal momento, pues seguía deprimido, cansado, desganado, hundido. Y de repente la guinda: todo se desmoronó. El Rey, su esposa y su hijo heredero cayeron los tres muy enfermos.

Los médicos de la corte nada podían hacer, pues se trataba de una enfermedad desconocida y la cual no sabían como tratar. El Rey, su esposa y su hijo empeoraban rápidamente y los médicos temían lo peor: una imparable triple muerte en menos de una semana.

Sin embargo, como éste es un cuento feliz, la magia se abrió camino. Y esa magia no fue otra que, por fin, el Rey soltó su orgullo. Ya nada le importaba el orgullo. Ya no deseaba que le tomaran por poderoso o más rico que nadie. Sólo quería vivir. Y lo vio tan claro, que ordenó que le trajeran al sabio: quería hablar con él.

El sabio acudió a los aposentos reales, donde se encontraba la Familia Real. El Rey le suplicó al sabio que le sanara a él y a su familia. Se sentía moribundo pero tenía confianza en que el sabio podía manejar esa sanación, porque había escuchado noticias de casos sorprendentes de curaciones de presos en las mazmorras. Le pidió ayuda al Sabio y se puso a su disposición: le devolvió la libertad y se mostró disponible a seguir los consejos que le diera para conseguir sanar.

El sabio se mostró muy dulce y amable, como si fuese el propio padre de cada uno de los presentes. Esto sorprendía y no sorprendía al Rey. Por un lado le sorprendía que el sabio mostrara tanto cariño y amabilidad hacia el responsable de su encarcelamiento. Y por otro lado no le sorprendía nada pues las anécdotas que sus espías le habían relatado durante estos 3 años, le mostraban que el sabio era una persona amable excepcional.

El sabio le explicó con mucho cariño que no le consideraba responsable de su encarcelamiento, sino que es la Vida la que lo hizo, pues es la Vida la que nos dirige a todos. Le explicó también que no consideraba el tiempo encarcelado como algo malo, sino como una bendición, porque había conocido a tanta buena gente, y había aprendido tantas cosas, y había recibido tanto amor... ¡incluso se había reencontrado con su hermano al que hacía tantos años que le había perdido la pista! El sabio explicó que sólo sentía agradecimiento ante los 3 años acontecidos en este lugar.

En cuanto a la sanación del Rey, de su esposa y de su hijo heredero, el sabio les explicó que esa enfermedad era disipable, pero que solamente podía sanar a uno de los tres.

El Rey y su esposa rápidamente acordaron que fuera el hijo el que sanara. Y el sabio se mostró muy contento con la decisión tomada, sorprendiéndoles al decir que todos sanarían, pues para la Vida los tres eran Uno, partes del mismo Ser, de la Unidad de la Vida. Y que ése era el motivo de sus anteriores palabras de que solamente uno podría sanar: se refería a que todos los seres somos uno, y por lo tanto sólo el Uno existe y solamente él sana cuando se disipan las apariencias, pues en realidad, dijo, las enfermedades no son reales, sino aparentes. Son como sombras que se esfuman ante la Luz.

El sabio dio unos consejos a cada uno de ellos. Y sanaron, ¡claro que sanaron! De hecho, como opinaba el sabio, en realidad nunca habían estado verdaderamente enfermos.

La salud de la Familia Real no fue lo único que sanó. Pronto las cosas empezaron a ir mejor en todo el Reino, que se convirtió en un paraíso de felicidad y sabiduría. Un lugar tan fértil que era admirado por todos los extranjeros que lo visitaban.

El sabio, recuperada su libertad, la cual según él nunca había perdido, se reencontró con su esposa e hijos, ¡qué felicidad para todos! Se reencontró también con tantos aldeanos que le amaban y le hicieron una gran fiesta.

El Rey invitó al hermano del sabio (el 'ladronzuelo') a seguir viviendo en la corte. Y al sabio le ofreció el prestigioso cargo de 'consejero real'. El sabio aceptó a cambio de que el Rey siguiese a su corazón e hiciese del Reino un hermoso Jardín donde todos pudieran jugar libremente. Al Rey le pareció una feliz idea y así fue.

El Rey siguió a su corazón. Una de las primeras decisiones que tomó fue abdicar en favor de su hijo heredero, pues deseaba la libertad de vivir más parecido al sabio, sin la necesidad de sentirse poderoso ante los demás, sino con más humildad. Esto hizo a su esposa muy feliz, pues el Rey y la Reina, debido a las responsabilidades, no habían dedicado demasiada atención a sí mismos ni a tener intimidad. ¡Ahora la tendrían! El hijo también se sentía muy feliz pues estaba preparado para asumir su papel, tenía muchas ideas e inspiración para mejorar el Reino. Y se sentía muy tranquilo porque sabía que el sabio era un consejero amable y siempre disponible, confiaba en él.

La primera acción notable del sabio en su cargo como consejero real, fue viajar como diplomático al reino vecino del que provenían los rumores de guerra. Conversando amablemente con el Rey del reino vecino y su Consejero, comprendieron que se había tratado de malentendidos y restablecieron la paz y relaciones muy amistosas. Ambos reinos y los reinos aliados crecieron en belleza, paz, alegría y amistad, compartiendo los logros y conocimientos los unos con los otros. Estos reinos son famosos por su eterna fertilidad.

Verdaderamente, conocieron la Abundancia y la Felicidad. La Abundancia es la Felicidad, ambas son ese Algo que nos rodea por todas partes permanentemente. Sólo hay que darse cuenta de Ello. Siempre a la mano, pues Es Lo que Somos. Y así es, así acaba esta historia.

Quizás podemos interpretar si nos place que el Rey de este cuento simboliza al llamado 'ego'. Quizás el sabio simboliza eso que llamamos 'Esencia', la 'Sabiduría interior'. Quizás este cuento habla sobre nuestro propio interior. Quizás...

Sed muy felices.

martes, 7 de julio de 2009

Preguntando al Maestro

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Tienes un Maestro de la Luz siempre a mano, y eres Tú Mism@. Para establecer una confianza con tu propia Sabiduría puedes jugar el siguiente juego:

Haz una pregunta. La que te surja, o la que te guste hacer, o una pregunta de esas que lleva tiempo buscando resolución en tu interior. Ahora imagina que eres un reconocido Maestro que recibe frecuentes visitas por parte de los buscadores de la Luz. Imagina que eres el Sabio que ya es Luz, y que esa pregunta se la hace al Sabio uno de sus visitantes. Juega a responder. Deja que fluya la respuesta, suéltate y di lo que te fluya, lo que salga.

Es un simple juego, no te presiones. Simplemente disfruta mientras tengas ganas, si el juego te gusta. Y cuando te sueltes, las respuestas pronto te sorprenderán por su Sabiduría. De hecho, al aplicarlas en la práctica, son energía que cambia la vida.

Jugando, te habrás convertido en el Sabio que ya Eres. Simplemente habrás aceptado juguetonamente tu propio Ser, tu tesoro interior.

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lunes, 6 de julio de 2009

La oscuridad y la luz son parte de la Unidad

Tanto lo que los humanos interpretan como "oscuridad" como aquello que interpretan como "luz", forman parte de un mismo SER-UNIDAD. La oscuridad y la luz forman parte de la Luz (con mayúsculas). Son la misma Esencia expresándose de formas diferentes.

Al igual que en el juego del ajedrez son necesarias las piezas blancas y las negras, para poder disfrutar de una interesante partida, en el Juego del Universo sucede lo mismo: todo forma parte del Juego, y cuando comprendemos esto nos abrimos a la Verdad, a la convicción de que existe una Armonía que lo envuelve todo.

El odio, por ejemplo, no es más que lo mismo que el amor pero vibrando en una frecuencia energética inferior. El odio y el amor podrían expresar la misma "nota musical" pero en octavas distintas de la escala musical. Como sucede en las películas, algunas tramas (argumentos) contienen sucesos "buenos" y "malos", y tanto unos como otros forman "equipo", son necesarios para dar a la peli el sabor que se le pretende dar. Los diversos actores encarnan los papeles, tanto los "buenos" como los "malos", sin que ello suponga que los actores en sí mismos sean "buenos" o "malos", pues ellos simplemente son quienes son, saben que no son el papel representado, el papel que fingen en la película. Además, no son esclavos del guión: en cualquier momento pueden elegir dejar la película si deja de entusiasmarles, asumiendo las pequeñas consecuencias (por ejemplo que les den menos estampitas de ese papel llamado dinero jejeje, ¡pero el corazón-entusiasmo es más interesante que el papel!).

En el Juego-Vida tenemos además la ventaja sobre el ejemplo anterior de que nosotros mismos somos no sólo los actores, sino también el director, los guionistas, el productor, etc, de manera que somos quien decidimos lo que se hace o se deja de hacer: podemos cambiar de idea y establecer los cambios que queramos la "peli". ¡Somos la Unidad creando todos los factores!

La oscuridad no es tal, cuando la comprendemos desde una perspectiva elevada. La dualidad luz/oscuridad es una ilusión, una apariencia, un juego de la Unidad.

El odio no es más que amor disfrazado (amor en otra octava), los asesinatos no son más que como escenas de películas, pues en realidad nadie muere. El "lado oscuro" de la Fuerza somos también nosotros mismos. No existe "otro" que la UNIDAD.

Nos encontramos en la "mayor ludoteca del mundo", en el JUEGO que hemos creado desde nuestra Esencia. Comprender el Juego y recordar Quiénes Somos es una guapada, es la sorpresa de la Bondad esperando a que la reconozcamos, amándonos desde el principio mismo de los tiempos. De ese "tiempo" que también fue creado por nosotros, por nuestra Esencia.

Todo es Unidad. Todo es Luz-Bondad. La luz es Luz. La oscuridad es Luz. Y la bondadosa armonía juguetona nos cuida a todos en el único Momento y Lugar que existe: Ahora y Aquí.

El juego o chiste de la espera

Siéntate en tranquilidad y espera cómodamente a que venga Dios. Date cuenta de que si no viene, es porque ya había llegado antes de empezar este juego...

¡Prime!

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El primer juego va a ser muy simple: ve adonde haya un espejo y sonríele al Dios/Diosa que allí aparecerá. El Espejo se convertirá inmediatamente en un Espejo Mágico, pues al hacerte consciente de que se trata de la divinidad reflejándose a Sí Misma, la frecuencia de la Unidad y la actitud juguetona eleva la energía irradiando Luz a todo alrededor, incluidos tú y el Espejo, que sois formas de expresión de la Unidad. ¡Aprovecha para expresarle al Universo, que también eres Tú, tus más anhelados deseos!

¡Yo te sonrío, Unidad Alegre Infinita!

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